Laderas mágicas, miradores de vértigo
Claustro Santa Cristina do Ribas do Sil
Retomamos la vena viajera, que esta un poco abandonada. En Abril volvimos a disfrutar del fascinante paisaje de la Ribeira Sacra. Si en mayo de 2013 lo hicimos desde la orilla Lucense (El cañón del Sil desde los miradores de Sober), ahora lo hacemos desde el lado Orensano. Da igual la orilla para disfrutar de las fantásticas vistas sobre el río.
Comenzamos la ruta remontando el rio Miño desde Orense. En este tramo la Nacional 120 transcurre pegada al cauce y es uno de los trayectos más bonitos de la zona.
El Miño, a la altura de Sobrado, desde el área de descanso
A la altura del km 557, hay una zona de descanso, y desde ella magnifica vista del pueblo de Sobrado, en la otra orilla. Aguas apacibles en las que se refleja el cielo y la tierra, espejo artificial propiciado por la cercana pared del embalse de Velle.
Esto si es una “Vía Verde”
Abandonamos la N-120, en el desvió hacia el Parador de Santo Estevo y el Cañon del Sil. Unos kilómetros por estrechas carreteras de tercer orden, con buenas pendientes. Hay que ir con precaución, aunque apenas hay tráfico, solo pequeños pueblos que así comunicados se nos antojan remotos. El paisaje merece la pena y nos detenemos para llevarnos unas fotos de estos túneles verdes por los que circulamos. Huele a eucalipto y a bosque… huele a Galicia.
Santo Estevo do Rivas do Sil
Una breve parada para admirar, una vez más, el impresionante Monasterio de Santo Estevo, hoy lujoso Parador. Si te pilla cerca no hay que dejar de acercarse para recorrer sus claustros y disfrutar de la magnifica restauración que lo ha convertido en uno de los mejores hoteles de la cadena de Paradores.
Claustro dos Cavaleiros – Santo Estevo
Vistas del claustro dos Cavaleiros – Santo Estevo
En la entrada del Parador una antigua rueda de afilar o tarazana. Herramienta popular en la zona, pues la mayoría de los afiladores / paragüeros que recorrían la península eran gallegos, muchos de la cercana localidad de Luintra. Oficio secular, hoy casi desaparecido, que se complementaba con el de barquillero, también habitual por esta zona.
No en vano estamos en la llamada “Terra da chispa”. Tierra de emigrantes. Hombres que se echaban al camino con la rueda y el “barallete”, su jerga particular; exclusiva lengua de afiladores que desarrollaron para que nadie entendiera lo que hablaban entre ellos.
Recorremos el interior de la iglesia de Santo Estevo, que rezuma humedad. El acceso es libre y siempre la encontramos abierta, algo que no es muy frecuente en la zona.
En ella se puede apreciar un magnífico retablo de piedra, el único retablo románico realizado en granito. De forma pentagonal, representa a Cristo en el centro flanqueado por los doce apóstoles.
MIRADOR DE CABEZOÁ
Seguimos ruta, dirección hacia Parada do Sil. Vamos buscando un mirador que ya conocemos de otros viajes por la Ribeira. De fácil acceso, al lado de la carretera y con una zona de ensanche donde se pueden aparcar varios coches. Llegamos al mirador de Cabezoá.
Es uno de los mejores miradores para contemplar la inmensa profundidad del rio Sil. Domina el meandro del Cotarro das Boedas. Una plataforma metálica bien acondicionada, con un “balcón” que le da más emoción a la vista.
Situado a 850 m. de altura es uno de los más altos de todos los que hay en el Cañón del Sil. En el centro de la plataforma una mesa-panel con información de la zona y situación de las poblaciones que tenemos a la vista.
LOS BALCONES DE MADRID
Continuamos hacia las afueras de Parada do Sil. Por el camino que nos lleva al Monasterio de Santa Cristina vamos a encontrar el mirador más popular del Cañón: Los Balcones de Madrid. Hay buen aparcamiento en la zona del campo de futbol, no hay autobús turístico que recorra la zona que no pare aquí. Hoy, como todavía no es temporada y el tiempo no acompaña, estamos solos. Mejor, más tranquilidad para disfrutar del paisaje.
Recorremos unos cientos de metros de buen camino de tierra hasta los famosos balcones, con la lluvia amenazando en el horizonte. Desde las alturas se ven las cortinas de agua que están cayendo a pocos kilómetros. El lugar está adaptado con una serie de miradores, unidos entre si por un cómodo recorrido marcado con valla de madera.
Situado a 600 m (con 400 de desnivel) permite observar uno de los mayores desplomes que hay en el cañón, así como la gran amplitud del valle.
Enfrente tenemos el Santuario de Cadeiras (hacia la dcha. en la foto), donde se celebra una famosa y popular romería los días 7, 8 y 9 de de Septiembre. un poquito a la izquierda el mirador del mismo nombre.
En este recorte ampliado se aprecia el Santuario y a la izquierda el mirador de Cadeiras. Tuvimos ocasión de conocerlo en la ruta que hicimos en mayo de 2013 por la zona lucense. Puedes verlo en este post: Viñas & vistas
El lugar recibe el nombre de mirador dos Mouros o Balcones de Madrid. El primero se pierde en el tiempo y el segundo debe su origen a que en este lugar las mujeres despedían a sus maridos emigrantes. Muchos de ellos afiladores (de Luintra y Nogueira de Ramuín) y barquilleros (de Parada do Sil) que emigraban a la capital.
La lluvia nos obliga a emigrar a nosotros, a paso vivo llegamos al coche y nos vamos hasta el cercano monasterio de Santa Cristina do Ribas do Sil.
SANTA CRISTINA DO RIBAS DO SIL
Bajamos la fuerte pendiente, hacia Castro, para llegar al Monasterio de Santa Cristina, situado en uno de esos lugares mágicos que hay en Galicia, en la pendiente y frondosa ladera que baja hasta el cercano río Sil. Paraje donde se respira una soledad milenaria al que nunca nos cansamos de acercarnos.
Se desconoce la fecha de fundación del monasterio de Santa Cristina, pero su existencia está documentada desde el siglo IX. Desde el siglo XII estuvo bajo las reglas de la orden Benedictina.
Húmedo y frondoso bosque. Rodeados de eucaliptos, carballos y castiñeiros seculares huecos a los que la tradición popular otorgaba poderes curativos contra el “taragaño” (raquitismo); improvisados santuarios plagados de ofrendas a una talla de San Benito.
Lo que hoy queda del Monasterio es un conjunto de edificios románicos (siglos XII y principios del XII) correspondientes a la Iglesia y la torre; y una parte del siglo XVI (renacentista): el claustro.
Enfilamos la escalera de piedra que nos lleva al Monasterio, aquí no se bajan peldaños, se descienden siglos.
Acceso al recinto de la época románica y lapida sepulcral
En la fachada, sobre la puerta de entrada a la Iglesia, el magnífico rosetón románico, en piedra.
En época turística esta abierta la iglesia, se puede visitar por un módico precio. Hoy nos tenemos que conformar con pasear por el solitario claustro, rodeado de una exuberante vegetación que da al lugar un toque mágico.
Santa Cristina se presta a la fotografía, así que procuramos aprovecharlo
Siglos de soledad
Algunas piedras funerarios fueron reaprovechadas durante la reconstrucción del siglo XVI, como esta que encontramos en una pared del claustro, hace referencia a un Abad de Santa Cristina.
CASTRO CALDELAS
Aprovechamos la cercanía para llegar hasta la histórica villa de Castro Caldelas. Con Monforte de Lemos uno de los mejores lugares para instalar la base y recorrer los Monasterios de la Ribeira Sacra y el Cañón del Sil.
Cuidadas calles de piedra, un atractivo castillo de la Casa de Alba que, gestionado por Ayuntamiento, se puede visitar…
…Y la famosa Bica Amanteigada que da fama al pueblo, la responsable de alargar hoy nuestro trayecto.
En este post más fotos e información sobre Castro Candelas y Monforte: Por los viñedos de la Ribeira Sacra
EMBARCADERO DE DOADE
Continua nuestro viaje descendiendo hasta el embarcadero de Doade, donde disfrutar del magnifico paisaje de los viñedos de la Ribeira Sacra.
Aquí el rio Sil es frontera natural, al lado derecho Orense, y el embarcadero en Lugo. Desde el puente hay unas buenas vistas del lugar.
Fuente, bajo los viñedos que descienden hasta el embarcadero
Viñedos de vértigo
Subir –o bajar- la carretera que lleva desde Doade al embarcadero permite apreciar el porque de la denominación de la viticultura que se práctica en estas escarpadas laderas.
Viticultura heroica, solo apta para mucha mano de obra y pocas máquinas. Apenas unos carriles metálicos que se desploman, metros y metros, para ayudar a transportar la uva.
Magnífico paisaje, y magnificas vistas del Sil, aquí remansado por el embalse de Santo Estevo. Lo lluvia, que todo el día nos ha seguido acaba por darnos alcance y ya nos echa del mirador.
Balneario de Augas Santas
Aunque el día a transcurrido, principalmente, por tierras orensanas, nuestro alojamiento esta en la vertiente lucense. Media tarde; arrecia la lluvia y nos vamos para Ferreira de Pantón donde nos esperan las Augas Santas.
Llegamos a tiempo de rematar la tarde en las instalaciones del balneario, incluido un buen baño al aire libre, lloviendo pero sumergidos en el agua caliente de la piscina que comunica con el exterior. Se vienen a la memoria los eslogan con los que la Xunta promociona Galicia. “Siente Galicia”, dice la propaganda. Este en buen lugar para sentirla. “Galicia calidade”;… que razón tienen.
FERREIRA DE PANTON
Monasterio de San Salvador de Ferreira
En la misma localidad del balneario se encuentra uno de los referentes de la arquitectura religiosa gallega: el Monasterio de Ferreira. Recorremos su exterior la mañana siguiente, con el tiempo dándonos tregua.
El monasterio cisterciense es el único de la Ribeira Sacra que mantiene la vida monacal. Y el único de Galicia que mantuvo su función desde su creación hasta la actualidad, pues no fue afectado por la desamortización de Mendizábal. Y otra singularidad más: es el único monasterio cisterciense femenino de Galicia.
Actualmente ocupado por las Madres Bernardas, monjas de clausura que entre otras tareas se dedican a la elaboración de repostería y al acogimiento –a modo de hospedería- de mujeres que quieran realizar un retiro espiritual.
La época de mayor esplendor del Monasterio de Ferreira se corresponde al siglo XII, bajo la batuta de la abadesa Doña Fronilde. Su sepulcro se conserva en el claustro.
En el exterior destaca el ábside, decorado con canecillos zoomórficos.
Detalles del ábside
Monasterio de Ferreira, entrada
Se acaba el fin de semana y nos vamos buscando la N-120. En la bajada hacia Os Peares buenas vistas del Miño, aquí embalsado.
Embalse de los Peares, desde el mirador de Pesqueira
Buena carretera, ancha, con curvas y excelente paisaje. A la altura de Pesqueira un mirador sobre el rio, y el homenaje a los moteros que por la zona se quedaron para siempre a lomos de su afición. “Ráfagas al Cielo” reza en el monolito.
Hola Carlos:
ResponderEliminarSabes que tus fotos me cautivan, la de "Vistas del Claustro dos Cavaleiros" ¡es una verdadera postal!
Me ha llamado la atención la curiosa explicación de la denominación del Mirador de Madrid".
Cuando me entre la pereza, con la edad, de hacer viajes largos, me recordaré de tus sugerentes lugares.
Un abrazo.
Ricardo : gracias por tu elogioso comentario sobre las fotos. No se merece.
EliminarBueno, sobre los viajes ya sabes que todos tenemos cerca muchos lugares atractivos... tan cerca que da pereza ir a verlos.
Pero los grandes viajes, como esos que tu haces, siempre tienen ese componente, entre aventura y descubrimiento, a los que estos no pueden llegar.
Un abrazo.
Anoto, pero en preferente.
ResponderEliminarUn saludo
Cristalines, Slow:
EliminarSi la moto fuera sola hasta allí no lo pensaba dos veces....
Kilómetros y kilómetros de carreteras solitarias, bosques, pueblos olvidados y paisaje, mucho paisaje...
Por uno de estos tramos, hasta Santo Estevo, 3 o cuatros motos seguían a nuestro coche. La envidia que nos dieron...Así que animaros que queda dentro de vuestro radio de alcance.
Un abrazo para los dos.
Con esa fotografía y esos textos dan ganas de coger la moto e irse ahora mismo... Gracias por compartir ;)
ResponderEliminarAbrazotes.