La creación de un genio
Creación de Adán, 1510. Miguel Ángel Buonarroti (Caprese 1475- Roma 1564)
Reorganizando la colección de fotos con Lightroom aparecen unas cuantas imágenes interesantes. Visitamos los Museos Vaticanos en dos viajes a Roma, con pocos años de diferencia. En el primero la imponente Capilla Sixtina, siempre abarrotada, estaba vigilada como la caja fuerte de un banco. Funcionarios trajeados se movían entre los visitantes reclamando silencio e impidiendo el más mínimo intento de tirar una foto. Algunos lo intentaban bajando la cámara para robar una foto de la bóveda de la Capilla.
En el segundo viaje volvemos a visitar esta maravilla y vemos que las normas se habían relajado. El recinto parecía la Feria de Abril. Ya no exigían silencio, y se podía fotografiar a diestro y siniestro. Así, aprovechamos para llevarnos el recuerdo de esta impresionante obra de arte universal.
Su historia está mil veces escrita. Sixto IV (Francesco della Rovere, 1471-1484), de ahí su nombre, hizo construir esta nueva capilla de los papas. En ella se celebran los cónclaves. Recinto de planta rectangular, tiene unas medidas de 40,94 m. de largo, 13,41 de ancho y 20,70 de altura.
LOS FRESCOS LATERALES
En ella no solo Miguel Ángel dejó su impronta. Las paredes laterales están decoradas con 12 frescos que narran las vidas de Moisés y de Cristo. Perugino fue el encargado de coordinar los trabajos y, aparte de él, grandes artistas dejaron aquí su obra: Botticelli, Roselli, Signorelli. Uno de los frescos desaparecidos , obra de Ghirlandaio, fue sustituido por la pintura de Matteo da Lecce.
Entrega de las llaves. Perugino. Entre los personales, a la derecha, Giovanni Dolci, maestro de obras de la Capilla, a su izq. Baccio Pontelli, arquitecto, en 4 lugar el autor, Perugino, con gorra negra y melena.
Castigo de Coré, Datán y Abirón. Boticcelli. Escena del Antiguo Testamento donde los protagonistas se oponen a la autoridad de Moisés. A la derecha las ruinas del Settizonio, edifico romano de siete pisos, famoso en la antigüedad, y que en tiempos de Botticelli estaba en pie.
La última cena. Cosimo Rosselli.
LA BOVEDA
Bóveda de la Capilla Sixtina
Pecado original y expulsión del Paraiso. Miguel Ángel. El ángel vengador señala, con su espada, el camino del destierro.
El ambicioso, irascible y guerrero Julio II (Giulliano della Rovere, 1503-1513), sobrino de Sixto IV –su tío lo había nombrado cardenal, cosas del nepotismo- consideró que Miguel Ángel era el único capaz de resolver la decoración de la bóveda, pintada inicialmente por un discípulo de Pinturicchio.
Miguel Ángel comenzó su trabajo en 1508 y lo terminó en 1512, hasta entonces nunca había trabajado al fresco. El decidió la temática, creando una obra muy superior a la imaginada por Julio II.
Creación de Adán. Detalle.
La creación del mundo, del hombre y el mal fueron los temas elegidos. Fue un trabajo penoso y en contienda con otros artistas. Se enfrentó al Papa porque Rafael –su protegido- copiaba sus figuras y las comercializaba.
Esta increíble arquitectura pintada, unos 1.000 m2, se dio por finalizada el 31 de Octubre de 1512 y el 1 de Noviembre el Papa oficio su primera misa en la Capilla Sixtina.
Sibila Líbica. Miguel Ángel. (1511) Representada con ropajes de vivos colores y llenos de pliegues.
Detalles de la Capilla Sixtina
EL JUICIO FINAL
Años más tarde, durante el papado de Pablo III (Alejandro Farnese, 1534-1549), pintó el Juicio Final. Comenzó la obra con 61 años y acabó 5 después.
Obra colosal, decoración de la pared del altar de la Capilla, representó cerca de 400 figuras. Están dispuestas en distinto planos, sin atenerse a normas de perspectiva.
Cristo aparece representado en el centro, en el momento que precede a la emisión del veredicto final. Junto a él, la Virgen, alrededor santos, patriarcas y apóstoles. En la parte superior, en los dos lunetos un grupo de ángeles con los símbolos de la Pasión.
En la parte central inferior, los ángeles hace sonar las trompetas para despertar a los muertos. En la mitad inferior los personajes se dividen en 2 grupos. A la izquierda los que ascienden al cielo y a la derecha los condenados a las tinieblas.
Miguel Ángel se representó a si mismo en la piel desollada del mártir San Bartolomé.
Originalmente la mayoría de la las figuras estaban desnudas, circunstancia muy criticada en la época, entre otros por Pietro Aretino: “hay que hacer una hoguera con la obra”.
El papa Pio V (Antonio Michele Ghiselieri, 1566-1572), encargó al pintor Daniele da Volterra (Il Braghettone) que las cubriera.
Pio V, retrato en el Vaticano
Con el paso de los años las pinturas sufrieron degradación. En los siglos XVI al XVIII se hicieron varias intervenciones. En ellas se aplicaron aceites, barnices, se froto el techo con tela de lino, e incluso, con miga de pan. Humedades, barnices, contaminación, humo de las velas y millones de visitantes habían contribuido a deteriorar y velar los colores.
Entre 1980 y 1994 se realizó una gran restauración, aunque discutida, ha vuelto a mostrar los colores increíbles con los que trabajó Miguel Ángel. Los japoneses de la Nippon Televisión hicieron de mecenas. Pagaron 200 millones cada año más un fijo de 450 millones a cambio de la exclusiva de todas las imágenes de las diversas fases del trabajo. Miles de fotografías y kilómetros de película fueron rodados durante los 13 años de la intervención.
La obra se completó con un complejo, y costoso, sistema de refrigeración de la empresa Carrier, que hace posible no tener que restringir el número de visitas. Los cambios de temperatura y humedad eran notables cuando empezaban a llegar las visitas y al terminar el horario de las mismas. Ahora, el aire cercano a la bóveda es templado, mientras en la parte baja es más frio y circula más rápido, provocando que las partículas caigan al suelo en vez de subir hacia el techo. La Capilla es hoy un compartimento estanco donde, seguramente, las obras maestras conservarán su viveza unos cuantos siglos más.
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