Diarios de una Bultaco: Fontaine de Vaucluse (Francia)

…y de repente; el río Sorgue

Abandonamos Aigues Mortes, vamos a viajar evitando las autopistas. ¡¡ Nada más bonito que recorrer las carreteras que transitan por la Camargue !! Huertas, plantaciones de arroz, marismas… un regalo para la vista.

No tenemos prisa, el trayecto nos trae a la memoria las vacaciones del año 2012. Imposible no recordar el viaje al corazón de la Provenza, que ahora queremos completar recorriendo la parte más oriental.

El viaje transcurre por las cercanías de Arlés, Tarancón, bordeamos Avignon y enfilamos hacia L’Ille Sur la Sorgue. A 7 Km nos espera Fontaine de Vaucluse el destino elegido para detenernos una horas y hacer más llevadero el trayecto hasta Mane. Lo descubrimos ya al atardecer en el viaje anterior y nos quedamos con las ganas de recorrerlo con calma.

Vespas “chic” en Fontaine

Fontaine es un pequeño pueblo de apenas 600 habitantes. Seguro que en verano hay más turistas que vecinos. Encajonado entre el rio y la roca, en el fondo de un circo de impresionantes paredes unas hileras de casas ocupan el espacio disponible.

Eso sí, el pueblo está bien organizado. El tráfico es de dirección única, por un lado del río se entra y por el otro se sale. No hay sitio para más…Hay aparcamientos regulados, donde por 5 € -creo recordar- te olvidas del coche y, sin más vueltas, comienzas a disfrutar de este pintoresco rincón de La Provenza.

La vida en Fontaine gira en torno al ancho y caudaloso rio Sorgue. Estamos en pleno Julio, los termómetros marcan 36ª y se agradece la proximidad del agua. Al parecer, en invierno y primavera es todo un espectáculo ver el caudal que puede alcanzar el rio.

En las orillas, buenas y bonitas terrazas de restaurantes, donde buscamos una buena sombra para disfrutar de la agradable comida con vistas a este paisaje.

Enfrente de las terrazas, coronando una de las verticales paredes que rodea el pueblo, los restos del Castillo de los Obispos de Cavaillon.

Por supuesto, si llegas a Fontaine de Vaucluse, es inevitable el paseo por la orilla del rió, recorriendo el pueblo y remontando la pequeña subida que te lleva hasta la fuente que le da nombre.

Apetece hacer el camino, apenas 500 m. remontando las aguas esmeraldas del rio Sorgue, para descubrir y volver a sorprendernos –luna vez más- por el increíble fenómeno natural que aquí se muestra.

Poco a poco va menguando el caudal… hasta que unos metros más arribas se convierte en un tremendo pedregal donde no se ve el rio por ninguna parte.

Se van cerrando las paredes que nos rodean, ni rastro de agua, ya no la veremos más hasta llegar a la sima donde brotan las aguas subterráneas.

Aquí fluyen las aguas del Sorgue, no se sabe la profundidad que alcanza el río subterráneo (se ha llegado a bajar hasta los 315 m)

Desandamos el camino, bajando al nivel del cauce, donde mejor se ven los sifones que hacen surgir un ancho río de la nada en apenas 50 metros. Todo un espectáculo natural.

Es posible bañarse, o remojarse en las apacibles aguas esmeraldas del Sorgue…. si puedes resistir su temperatura. Pleno Julio, 36 grados a la sombra… y apenas resistimos 15 segundos con los pies a remojo. Está helada y no hay quien aguante el dolor en las articulaciones.

Aún con su pequeño tamaño, Fontaine de Vaucluse ha dado cobijo a personajes ilustres. Por aquí anduvo Bocaccio y el lugar resultó irresistible a Petrarca. El gran poeta italiano vivió en Fontaine durante 16 años (1337-1353). La localidad lo recuerda con un museo que lleva su nombre.

Retomamos viaje, abandonamos estas apacibles carreteras y empezamos a serpentear por subidas y bajadas que nos llevan hasta Mane, localidad situada entre Manosque y Forcalquier.