Diarios de una Bultaco: Regreso a la Provenza (Francia)

Entre el mar y la montaña

Tourrettes-sur-Loup

A mediados del mes de Julio preparamos un viaje de 10 días para recorrer la zona de la Provenza más próxima a los Alpes y regresar tocando la Costa Azul. En nuestro viaje a La Provenza en 2012 quedamos con ganas de conocer algunos de los lugares destacados de esta bonita región francesa, si bien regresamos con la sensación de que lo más bonito lo vimos en nuestro primer recorrido, conociendo carreteras, huertas, campos y pueblos más amigables que los descubiertos en este viaje. No en vano transcurre por una zona mucho más áspera, donde se deja notar la proximidad de los Alpes.

Cannes, vista de la ciudad y el puerto deportivo

La distancia desde León es mucha y planificamos el viaje para, el primer día, realizar unos 1.000 Km y quedarnos en la zona costera próxima a Montpellier.

La zona de Carnon Plage fue el lugar elegido para pasar la primera noche. Salimos antes de la madrugada, un caluroso 20 de Julio y sobre las 4 de la tarde llegamos a nuestro destino. En el puerto de Carnon nos espera el hotel Neptuno. La solitaria piscina nos viene muy bien, aunque no nos refrescara mucho. Durante el viaje nos acompañan temperaturas de 36º. Un paseo por la extensa playa de esta zona mediterránea vacaciones nos sirve para rematar la tarde y regresar al hotel. Arrastramos sueño del madrugón… y mañana hay que seguir ruta.

A la mañana siguiente no resistimos la tentación de pasar unas horas en Aigues Mortes, pueblo amurallado con un encanto y ambiente especial. Mereció la pena.

Aigues-Mortes

Con estos días calurosos más apetece quedarse en la playa que coger el coche para emprender viaje hacia Mane, pueblecito próximo a Forcalquier, que será nuestra base durante los 3 primeros días.

Nos desplazamos por carreteras ya conocidas del anterior viaje a la Provenza, y no queremos perder la oportunidad de volver a disfrutar del impactante paisaje de alguno de las localidades que, entonces, vimos con más prisa.

Así regresamos a Fontaine de Vaucluse, donde volvemos a sorprendernos con el inmenso rio Sorgue que surge del subsuelo en apenas unos metros.

El rio Sorgue con sus increíbles –y heladas – aguas verdes

Remojo incluido, con 36º a la sombra Resultaba increíble como apenas se aguantan unos segundos las heladoras aguas que emergen pocos metros antes.

Callejeando por Mane

Descubrimos la Provenza más solitaria, en pueblos escarpados que se asientan sobre una roca o descolgándose de la misma. Mane, Forcalquier, Sisteron. Todos con un bonito casco antiguo, calles y casas empedradas que te hacen viajar en el tiempo.

Campos de lavanda en Banon

Todavía llegamos a tiempo de ver el mejor espectáculo del verano que produce esta zona. Los campos de Lavanda. Subimos a Banon para disfrutarlos, una vez más, caminando por ellos con la única compañía del zumbido de cientos- miles- de insectos que casi de forma invisible trabajan en la lavanda.

Plateau de Valensole. Siega de la lavanda

Aunque ya nos anunciaban que había sido segada, llegamos a la gran planicie de Valensole para ver las mayores extensiones de Lavanda que hay en la Provenza. Hubo suerte y una tarde de tormenta disfrutamos, con la vista y el olfato, de la siega de uno de los últimos campos. Inolvidable como el aire se impregna del aroma del espliego a medida que la cosechadora lo va cortando.

Una villa ciclista: Digne-Les-Bains, salida de una etapa de montaña del Tour

Sin quererlo nos tropezamos con el Tour de Francia, en la etapa de montaña que salía de Digne-Les-Bains, y ante la imposibilidad de cruzar esta localidad que rezuma ciclismo en sus calles nos quedamos unas horas a disfrutar del espectáculo.

Riez, antesala de las garganta del Verdón

Recorrimos el turístico pueblo de Riez, camino de del Verdón. Lleno de ofertas de turismo activo por las montañas de la zona y muy ambientado.

Aguas turquesas en la garganta del Verdón

Nos asomamos a la garganta del Verdón. Desde las alturas disfrutamos del color turquesa del rio encajonado entre grandes paredes y del magnífico paisaje de su desembocadura en el Lago La Croix.

Colores espectaculares en el Verdón desde el puente del Lago la Croix

Nos persiguieron las tormentas que se forman la mayor parte de las tardes veraniegas en esta zona montañosa, antesala de los Alpes. Por suerte pocas veces nos alcanzaron, aunque era habitual encontrar carreteras mojadas por recientes aguaceros. Sentimos “desplomarse el cielo sobre nuestras cabezas”, rayos y truenos incluidos, en la meseta de Valensole, después de ver segar el campo de Lavanda.

Después de la tormenta llega la calma, vuelve la actividad a las playas fluviales del lago La Croix

También nos hicieron algún favor, como cuando desistimos adentrarnos más en la garganta del Verdón pues ya oíamos los truenos y comenzaba a llover con fuerza. Bajamos hacia el lago y la tormenta ayudó a despejar las orillas del lago, que estaba petado. Volvió el sol y pudimos aparcar en primera línea para disfrutar de la playa fluvial. Un lugar de recreo magnífico.

Moustiers, en la falta de un inmenso pedrusco

Encontramos pueblos pintorescos, como Moustiers-Sainte-Marie o Castellane. Situados en parajes rocosos increíbles. A ellos se llegaba tras un “emocionante” viaje por estrechas y reviradas carreteras. Cientos, miles de curvas, una detrás de otra entre más nos acercábamos a Los Alpes. Los franceses conducen deprisa y ya conocida su afición a la Roulotte por aquí los encontramos con la casa a cuestas.

Grasse, la ciudad de los perfumes

Un pueblo con mucho arte: Saint Paul de Vence

Descubrimos pueblecitos en los que parecía haberse detenido el tiempo hace unos cuantos siglos. Tourrettes-sur-Loup, Saint Paul de Vence, o el mismo Grasse, con ese aspecto de ciudad de principios del XIX.

Playa de Niza

Y llegamos a la glamurosa Costa Azul. Pasamos un buen día en Niza, y disfrutamos de la playa de arena en Cannes, una ciudad de nivel.

¿Taxi?; para qué, si hay helicóptero. Vida de lujo en Cannes

Plagada de coches de lujo y sorprendidos por cómo llegan los viajeros a la zona del puerto. En helicóptero, con una frecuencia que parecía una línea de autobús.

Aix-en-Provence

Regresamos a la animada Aix en Provence, con tanta vida en la calle que no te cansas de recorrerla. Y nos despedimos recorriendo las bonitas carreteras que atraviesan La Camargue, donde tan pronto tienes al mar a tu lado como unos huertos espectaculares.

El paisaje, desde nuestro alojamiento en Auch

Para finalizar nos quedamos un día en Auch, ya cerca de los Pirineos, dejando atrás el ambiente turístico en esta pequeña localidad medieval, patria chica de D’ Artagnan.

De regreso, un frappe al borde del Canal de Midi

Y, por supuesto, acabamos hartos de los cientos… tal vez miles, de rotondas que atravesamos en los muchos kilómetros que transcurrieron por carreteras convencionales y de segundo orden. Nos vamos convencidos de que Francia es una gran rotonda… rodeada de campos de girasoles.