Panorámica de La Alhambra
Muchos y buenos miradores hay en Granada para disfrutar de una buena vista de La Alhambra. El Mirador de San Nicolás es uno de ellos y, digamos, a pasado a ser el “oficial”. Lugar obligado de paso de las más variopintas personalidades que visitan la ciudad.
Siguiendo la tradición embocamos al atardecer las cuestas del Albaicín. Es la mejor hora, con la puesta de sol iluminando La Alhambra. La vista es de postal.
El trayecto desde la carrera del Darro tiene su encanto. Subir al Mirador significa adentrarse en el Albaicín, el barrio más bohemio de Granada.
Subimos poco a poco por las callejuelas y plazas. Casas humildes se mezclan con el típico “Carmen” granadino (vivienda típica cercada, con un espacio verde anexo; a la vez jardín y huerta). Por las calles empedradas solo oímos nuestras pisadas. La Cuesta de las Tomasas es el último esfuerzo y ya deja ver lo que nos espera:
La iglesia de San Nicolás está acompañada de una pequeña plazoleta empedrada. Turistas y vendedores de recuerdos se sientan en el pequeño muro empedrado, la mejor tribuna para disfrutar de la vista.
De frente tenemos el complejo de La Alhambra y al fondo, al lado izquierdo Sierra Nevada. A nuestros pies el Albaicín y el Sacromonte.
Viajeros haciendo fotos, vendedores de artesanía, músicos callejeros rasgueando la guitarra con más voluntad que arte componen la imagen habitual de la Plaza.
Baja el sol y es un espectáculo ver como cambian los colores. El palacio de Carlos V refulge en tonos amarillos a la luz de la tarde. Aquí acabamos la tarde, con la mejor pantalla panorámica de la ciudad.
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