El golfo Paradiso
Camogli. Playa, iglesia de Stª Mª Assunta y Castillo de la Dragonara
Lunes, nos vamos desde Génova hasta Lerici, nuestra base para conocer la zona de las Cinque Terre. Unos 100 km que planeamos recorrer sin ninguna prisa, lo más cerca posible de la costa.
Portofino
En nuestro road-book del viaje tenemos previsto llegar hasta el famoso y turístico Portofino. Además, buscamos alguna población más que pudiera resultar atractiva para conocerla. En web italianas encontramos dos que parecían reunir las condiciones: Camogli y Rapallo. Las dos muy cerca de Portofino y en nuestro camino hacia Lerici. Resultan atractivas pues tenemos dudas sobre si Portofino tiene algo que ofrecer para los viajeros sin yate.
Camogli, Rapallo y, en el extremo de la península del golfo de Tigullio, Portofino
Programamos el GPS evitando la autostrada, que nos lleve lo más cerca posible de la costa. ¡¡Qué maravilla de invento!!, sin él todavía estaríamos dando vueltas por las reviradas calles de Génova.
Génova, a la vista desde Camogli
Desde Génova nos separan unos 30 km hasta Camogli. Distancia corta, pero como siempre, con la particularidad de estas carreteras. Si no circulas por la autopista, lo que sobre el mapa parece una carretera –principal o secundaria- es, en realidad, una sucesión de poblaciones y zonas habitadas. Tráfico urbano en el que circulamos –como mucho- a 50 por hora.
Así que, vamos disfrutando del paisaje y parando en algún pequeño mirador con vistas a la costa. La carretera desciende hacia Camogli, se va estrechando considerablemente, a la entrada del pueblo ya vemos las oportunas restricciones de circulación y aparcamiento.
Puerto de Camogli
El pueblo promete con sus callejuelas y un pequeño puerto pesquero. Vías tan estrechas que surge la duda de si podremos dejar el coche en algún sitio. Sin saber cómo aparecemos en una zona de parking –siempre con O.R.A.- donde hay sitio. Ahí se queda el Giulietta. Resultó ser el parking más cercano a la zona de playa; en unos minutos desembocamos en el paseo marítimo.
Camogli es pequeño, apenas 6000 habitantes. El caserío se amontona –literalmente- a lo largo de los 500 m. del paseo marítimo y el pequeño puerto que hay al otro lado del brazo donde se sitúan la iglesia se Sta. María Assunta y los restos del castillo medieval que defendía la costa.
El pueblo hace honor a su nombre, Camogli significa “casas muy juntas”; solo hay que dar un pequeño paseo para ver lo evidente del mismo.
Parece un pueblo playero anclado en los años 70. Casas antiguas mirando al mar, fachadas coloridas con ropa tendida y, en los bajos, bares, restaurantes y tiendas turísticas. A medio camino del marítimo el Lido, con servicio de hamacas y demás.
Al final el brazo donde se asienta la iglesia, a nivel del mar, y la zona rocosa por donde trepan los restos del castillo o fuerte. De postal.
Camogli, desde el espigón del puerto
Un pasadizo nos lleva a la zona del antiguo puerto pesquero, donde hoy se mezclan barcos de faena y de recreo.
Nos damos un buen paseo por él, desde el espigón un bonito paisaje con las casas trepando por las laderas. Subimos hasta el Castillo de la Dragonara, domina con sus vistas la playa y la costa.
Aprieta el calor y Camogli derrocha encanto, estamos en el corazón del golfo Paradiso y se nos van los ojos hacia las aguas esmeraldas. Nos quedamos a pasar la mañana en la playa. Hay buenas sombras, aprovechando la diferencia de nivel con el paseo. La playa es un pedregal donde se hace difícil caminar sin el calzado adecuado, donde mejor se está es en el agua. Media mañana a remojo.
Camogli resultó ser un gran descubrimiento, pero después de comer tenemos que seguir nuestro viaje, si queremos detenernos en Rapallo y Portofino, o no llegaremos a Lerici nunca…
RAPALLO
Tomamos la carretera hacia Rapallo, estamos a una docena de Km. El trayecto discurre por un agradable paisaje, sobre todo cuando se deja entrever la costa.
Puerto de Rapallo
Rapallo tiene otro tamaño, es una pequeña ciudad de 30000 habitantes. En el casco antiguo calles peatonales y muy comerciales.
El centro se sitúa entre el Castillo de Rapallo, en un extremo; y una playa de arena vallada, en el otro. Muchas de las que playas vamos a encontrar en estos días de vacaciones, la mayoría en zonas turísticas, como Lerici, Viareggio, etc., son explotadas y acceder a sus servicios significa pasar por taquilla. Entre algunas de ellas hay pequeñas zonas libres de acceso público.
A primera hora de la tarde la ciudad está dormida, damos una vuelta por el paseo Vittorio Veneto que recorre el puerto hasta el castillo y nos adentramos en las calles peatonales. Varios comercios tienen horario continuado y aprovechamos para hacer algunas compras. Con un helado en una de las terrazas damos por finalizada la visita y nos disponemos a recorrer los 8 km que, bordeando la costa, nos separan de Portofino.
PORTOFINO
Portofino
A partir de Santa Margherita Ligure el trayecto discurre por una carretera pegada al mar con magníficas vistas de la bahía… La zona es totalmente turística; primero ingleses y luego alemanes la hicieron famosa desde principios del siglo XX.
La carretera se va estrechando, apenas caben dos coches; hay tramos con una vía separada para caminantes. Por desgracia no hay ni un sitio donde detenerse para contemplar el bonito paisaje que se abre ante nosotros… la estrecha carretera no da tregua y conduciendo no me entero de mucho.
El asfalto acaba en la entrada de Portofino, el municipal de turno nos indica el único lugar donde se puede aparcar. El parking, de varios pisos, situado a la entrada del pueblo es de uso obligatorio. Como la mayoría de visitantes solo estamos unas horas aprovechan ese tramo para cobrarlo bien. Tarifa en plan “impuesto revolucionario”, las primeras horas a 5,5 €, luego la tarifa se va diluyendo y si quieres estar un día no supera los 20 €.
Portofino apenas tiene 500 habitantes, encajonado en una de los extremos de la pequeña península, rodeado de verdes montes. Las pocas calles desembocan en el puerto. En las laderas se ven algunas mansiones de respetable tamaño.
Castillo Brown y los 2 históricos pinos de su terraza dominan Portofino
El promontorio más alto esta defendido por el Castillo Brown desde hace siglos. La fortaleza, del siglo XIV en su mayor parte actual, fue restaurada por el Cónsul Inglés de Génova. Montague Yeats Brown lo compró en 1867 y supo restaurarlo y conservarlo. En 1870 hizo plantar dos pinos en la terraza del castillo. Uno el día de su matrimonio y el otro en honor a su esposa, todavía siguen en su sitio. Actualmente el castillo es propiedad del municipio.
A un lado el castillo Brown lo corona desde las alturas, al otro una hilera de casas bordea el mar con la espalda pegada al monte. En unos metros se agolpan restaurantes y algunas tiendas de lujo. Por haber hay una agencia de Rolex…
Media tarde y el puerto está tranquilo, poblado de los turistas que llegamos en coche o en los barcos que hacen el trayecto desde las poblaciones cercanas. Vimos la bonita bahía plagada de yates y barcos de recreo. Seguramente la mejor manera –y más atractiva- para llegar a Portofino es desde el mar, disfrutando del paisaje costero.
Situado en un magnifico entorno, recorremos el pueblo y el puerto, hace calor y desistimos subir a alguna de las alturas que dominan Portofino. Bien seguro que garantizan un paisaje espectacular.
Aquí habríamos cambiado el coche por un barquito, mucho más útil, divertido y lo más adecuado para llevarse un recuerdo inolvidable de esta bahía. Tendríamos que habernos olvidado del coche en Rapallo. En el pueblo anterior, Santa Margherita, ya nos resultó imposible deshacernos de él.
El Castillo Brown, desde Portofino
Entre Sta. Margherita y Portofino, la ensenada llena de barcos de recreo
Estamos a unos 90 Km de Lerici. Regresamos hacia Rapallo; a las afueras buscamos el acceso a la autostrada, seguir por estas carreteras en zona urbana supone doblar el tiempo del recorrido. Autopista revirada, la sesión de túneles que ya pasamos en el viaje de ida y estamos a las afueras de Lerici. Aquí también está restringido el tráfico en la época veraniega, se agradece cuando paseas por el pueblo donde apenas hay coches.
Lerici
El hotel Europa está en la parte alta, sobre la zona del puerto. Durante tres días nos olvidamos del coche, el barco será el medio de transporte y disfrutamos de esta bonita vista del Golfo de los Poetas. Tenía su contrapartida… 7 minutos desde el hotel para bajar al centro de pueblo y 15 para subir. Trayecto peatonal por escaleras y cuestas que sirvió para mejorar nuestra forma antes de patear Florencia… nos acostumbramos a subir comiendo un helado, resultaba más llevadero.
Un viaje precioso y unas fotos espectaculares.
ResponderEliminarJavier,
ResponderEliminarLas vacaciones por la zona nos dejaron muy buen sabor. Al natural, todavía mejor que las fotos. Gracias por comentar.
Saludos,