Los colores de la Provenza
Saint Remy de Provence es uno de los pueblos con más encanto de la región. La pequeña localidad -unos 10.000 habitantes- está considerada el corazón de la Provenza. Su situación a medio camino entre Avignon, Aix en Provence, Arles o Nimes hacen de ella un buen lugar para conocer y recorrer la zona.
Llegamos la primera vez al atardecer, vamos a tomar algo después de cenar en el cercano pueblo de Maussane donde está nuestro hotel. Vemos, que para su tamaño, hay mucho comercio –a esa hora cerrado- y calles muy animadas. El centro histórico fácilmente reconocible, una calle lo bordea, de forma circular, siguiendo el antiguo trazado de las murallas. Como en la mayoría de los pueblos es complicado aparcar y damos un par de vueltas antes de llegar a uno de los aparcamientos disuasorios que hay en la entrada.
Caminamos hasta la plaza, vemos el mercadillo nocturno de puestos ambulantes y las tiendas colindantes abiertas, así que el paseo por las estrechas calles resulta de lo más agradable. Las terrazas de restaurantes y cafeterías están llenas. Nos quedaremos hasta tarde escuchando música en vivo –lo hacían muy bien- en una terraza, donde un joven camarero rápidamente nos caló el idioma. Vino a preguntarnos de donde éramos; él, de Jaén. Será el día que más trasnocharemos, y a la mañana siguiente volvemos a St. Remy. Hay mercado y no queremos perdérnoslo.
MIERCOLES, DIA DE MERCADO
Vamos a recorrer St-Remy un día de mercado –miércoles por la mañana-. Desde Maussane circulamos hacia el norte, a unos 4 kilómetros vemos a nuestra izquierda el turístico pueblo de Les Baux, dejamos la visita para otro día. La carretera emprende una corta subida por las pequeñas montañas de los Alpilles. Subimos poco más de dos kilómetros entre pinos y comienza la bajada hacia St-Remy, igualmente corta.
Mausoleo. Glanum
Antes de llegar al pueblo las excavaciones de Glanum y, a la izquierda de la carretera, Les Antiques, nombre bajo el que se agrupan los dos únicos monumentos visibles hasta la excavación de la antigua ciudad de Glanum: el Arco de Triunfo y el Mausoleo de Julio marcaban la entrada a la ciudad.
St-Remy está de bote en bote los días de mercado –ya contábamos con ello, viendo el ambiente nocturno el día antes-. Un par de vueltas por los abarrotados aparcamientos y tenemos suerte: en una calle próxima al centro se marcha un vehículo. Allí nos olvidamos del coche para el resto de la mañana.
Nos adentramos en la zona del mercado, calles estrechas y plazas abarrotadas de gente y puestos. Hay de todo: mercado textil con productos que encontramos en todos los sitios y otros propios de la zona, como las coloridas telas provenzales. Puestos de sombreros; cuchillos y navajas, artesanales, de buena facturación…y precio. Utensilios de cocina en madera de olivo. Cacharrería diversa en llamativos colores.
Puestos de perfumes y jabones – como veremos, no faltarán en ningún lugar de la Provenza-, mil colores y aromas diferentes.
Llegamos a la zona más interesante: la gastronómica. Probamos las buenísimas aceitunas aliñadas de mil maneras, y la pasta que hacen con ellas. Hay una variedad interminable de salchichones –de toro, ciervo, cerdo, con hierbas, aceitunas…- y, por supuesto, quesos.
Catamos aceite de oliva, pan artesanal, miel de lavanda –blanca como la nieve-. Imposible resistir la tentación y unas cuantas cosas nos acompañaran el resto del viaje. Con el lio de las bolsas una pérdida irreparable. Siguiendo la Ley de Murphy se me cae la única que lleva algo que se pueda romper y estampo el tarro de miel en el suelo. Será repuesta en otra localidad para no volver a desandar el camino por el atestado mercado.
Frutas y verduras, muchos productos con origen en la Provenza. Durante el viaje ya hemos visto que la zona es la huerta de Francia.
Lavanda; siempre en los mercados de la Provenza
Un respiro para seguir viendo el extenso mercado. Paseamos por las calles próximas algo más tranquilas, los comercios igualmente animados y varios grupos musicales actuando para la gente en cualquier esquina un poco abierta.
Nos volvemos a sumergir entre la muchedumbre y damos la ultima batida. Al mediodía, ya cansados, seguimos nuestros viaje hacia L’Isle sur la Sorgue. Recorrer la pequeña localidad en un día de mercado nos dejará uno de los mejores recuerdos del viaje, el ambiente en St-Remy es excepcional.
Sobre Saint Remy de Provence
Es uno de los sitios que da renombre a la Provenza. En St. Remy se resumen muchos de los tópicos de la región: Pueblo pintoresco, buen ambiente, en los alrededores bonitos paisajes y calma acompañada del canto de las cigarras. Algunos famosos tienen casa en la zona o pasan aquí temporadas de verano. Muy cerca unas cuantas ciudades o pueblos con interés.
Puesto de música y los famosos melones de Cavaillon
Inmejorable situación, en el centro del triángulo que forman Avignon, Arles y Salón de Provence. En sus inmediaciones: el macizo de los Alpilles –declarado Parque Natural Regional- o la turística población de Les Baux, a unos 10 km. de St. Remy.
Su dilatada historia se remonta a la época romana. En las afueras de la población encontramos las excavaciones arqueológicas de la antigua ciudad de Glanum. Es uno de los atractivos turísticos.
En St-Remy nació Nostradamus, en 1502, científico y médico que alcanzó fama por sus profecías. Aquí residió Van Gogh, atraído por la luz y los paisajes, durante un año –mayo de 1889 a 1890-, ya al final de su vida. En el antiguo monasterio de San Paul de Mausole, todavía hoy hospital psiquiátrico, dio rienda suelta a su compulsiva forma de trabajo pintando más de 150 cuadros.
Esta es una de esas entradas que invitan a visitar algún día esos hermosos lugares. Otra cosa es que se presenta la oportunidad precisa.
ResponderEliminarLas fotografías complementan magníficamente el reportaje, como es costumbre.
Enhorabuena y como siempre un placer leerte
Hola, Yamajos:
ResponderEliminarNo veas las carreterillas que hay por la zona, tranquilas y con un paisaje magnifico.
Vimos muchos viajeros en moto, a su aire. Daba envidia no tener alli una máquina para recorrer sin prisas las carreteras de la Provenza, a la sombra de los arboles... así que, si surge la oportunidad no lo dudes.
Saludos,