Diarios de una Bultaco: La Venecia más turística

San Marcos

La única Piazza que en Venecia merece ese nombre concentra algunos de los mayores atractivos turísticos de la ciudad; la Basílica de San Marcos, el Palacio Ducal, el Campanile , el Museo Correr, y la Torre del Orologio.

San Marcos es el centro turístico, como fácilmente observa el visitante por las mañanas y al atardecer. No hay turista en la ciudad que no recorra esta maravillosa plaza, “el salón más bonito de Europa”, en palabras de Napoleón. Por supuesto, en nuestra primer viaje a Venecia era un recorrido imprescindible.

Mucho hay que ver en ella, no creíamos que nos llevaría tanto tiempo recorrerla. El mismo día que nos dimos un buen madrugón para recorrer el Mercado de Rialto nos encaminamos a media mañana hacia San Marcos. Llegamos a la plaza por la parte de atrás, donde está la parada de góndolas que –seguramente- es la más concurrida de Venecia. Hordas de japoneses suben a las góndolas para dar el turístico paseo.

Como no queremos entrar en la Basílica hasta las 11,30, hora en la que encienden las luces interiores, nuestro recorrido se inicia en los soportales de la Procuratie Nuevas, visitando el Museo Cívico Correr. En su interior no está permitido hacer fotos.

Torre del Orologio

Gran museo que muestra pintura, tapices y armas de los siglos XVI y XVII, una parte es museo arqueológico, donde nos detuvimos poco –el recorrido era interminable-, con mucha escultura romana y grandes colecciones de monedas.

Nos gustaron mucho dos salas con unas interesantes colecciones de libros y la impresionante Biblioteca Marciana. Estancia ricamente decorada, y con pinturas de el Veronés y Tiziano. Solo recorrer esta sala hace que merezca la pena la visita. En el museo también se muestran objetos de la época y antiguos mapas. Muy curiosos, el trazado de Venecia apenas a cambiado y en los mapas de hace 500 años se identifican perfectamente calles y edificios actuales.

El Museo es inmenso, y tenemos que apresurar el final de la visita para llegar la Basílica durante la hora que permanece iluminada interiormente (de 11,30 a 12,30).

San Marcos. Cúpula de Pentecostés. Siglo XII

Apenas hay cola en la entrada. El interior, iluminado, impresiona. Un gran recinto de mosaicos con fondo dorado y un suelo de mármol que también es una obra de arte. Subimos directamente hacia la terraza, antes de salir a la misma, en la parte superior de la nave central hay una excelente vista del templo. Durante esta hora hay mucha gente deambulando por la Basílica, y aunque está prohibido hacer fotos en el interior, no parecen ser muy rigurosos. Pasamos mucho tiempo en el exterior de la terraza y al regresar ya estaban las luces apagadas; volveríamos al día siguiente para verla tranquilamente durante el horario de iluminación.

Volvimos a recorrerla y a pasar vergüenza ajena. Mira que había gente de todo el mundo-cientos- recorriendo las naves y me tocó al lado el turista barcelonés que con dos coj… recorrió la Basílica tirando fotos con flash. Oí como el resto de visitantes le llamaba la atención en 6 u 8 idiomas-perdí la cuenta-, pero al parecer no entendía ninguno, siguió a su rollo. Si tiras alguna foto discretamente y sin flash a nadie le parece mal y no haces ningún daño. El flash es una provocación y además… ¿para que sirve?, si estás disparando a una cúpula o pared que está a 30 metros de distancia. Dejé todo el espacio que pude entre los dos y hasta que acabó su recorrido seguimos viendo los fogonazos.

Me recordó dos escenas parecidas que viví en París. Una desagradable. En el Orsay un memo tiró una foto a mi lado a un Van Gogh con flash…. y vino un bigardo moreno que me montó una bronca impresionante en medio de la sala, yo enseñándole la cámara y diciendo que no tenía el flash activado; el número no acabó hasta que debieron de decirle algo por el pinganillo que llevaba y cambio el tono de forma radical. Me imagino que por alguna cámara comprobaron quien era el panoli del flash. Si lo llegó a ver en la sala lo cojo por el pescuezo y se lo planto al guardia delante.

Tetrarcas de San Marcos

La otra fue en el Sacre Coeur, que esta más oscuro que un cine. Se recorre el interior por un trazado marcado, lleno de carteles con todo lo que está prohibido y muy vigilado. Al final, ya cerca de la puerta, una mujer –española casualmente- que llevaba un par de metros delante, se vuelve y tira una foto a la nave central con una cámara automática y flash. Al momento vino uno de los vigilantes y le pidió la cámara… no se si le eliminó la foto o formateo la tarjeta. En la Capilla Sixtina de Roma también vi varios intentos. Está supervigilada y no se puede hacer fotos, alguno lo intentaba sujetando la cámara abajo y apuntando al techo (en este caso sin flash), pero el resultado dudo que sea muy bueno. Que no se pueda sacar fotos y alguien intente escamotear alguna de forma discreta, lo puedo entender, pero pegarle fogonazos de forma descarada a cuadros u obras de arte centenarias o milenarias no lo entiendo de ninguna forma, solo está al alcance de un borrego indocumentado que ni siquiera ha leído el manual de la cámara que utiliza. Cualquier máquina digital moderna captura una toma aceptable en condiciones de muy poca luz, si sabes utilizarla.

Volviendo al tema. El interior no tiene nada que ver si lo ves iluminado o en la penumbra que hay el resto de las horas del día. Con la luz apagada los mosaicos apenas destacan y lo mismo sucede con el fondo dorado. Salimos a la terraza, al pie de los caballos traídos de Constantinopla en la 4 cruzada. Son una copia de los originales, que veremos un poco después en el interior del museo.

Desde la terraza que se obtienen algunas de las vistas más típicas de San Marcos y pasamos en ella un largo rato. La mañana era soleada y se agradecía el calor que despedía la piedra. Bonita vista de toda la plaza y la histórica entrada desde la laguna. Recorriendo el lateral se llega a pocos metros de la Porta de la Carta del Palacio Ducal, desde aquí se aprecia muy buen y con detalle la puerta que añadió el dux Francesco Foscari, con su efigie arrodillada ante el león de San Marcos.

Los comentarios artísticos de estos edificios… nada mejor que una buena guía donde nos relatan a la perfección, y con todo detalle, su dilatada historia.

San Marcos. Detalle exterior

Pasamos una hora larga en la terraza y al regresar al interior de la Basílica ya estaban apagadas las luces. Gran decepción, pues –nunca mejor dicho- no hay color. Como decidimos volver al día siguiente para verla iluminada, hacemos un recorrido rápido por el interior y vemos la exposición de tapices y mosaicos.

Cansados, tomamos un tentempié antes de emprender la visita al Palacio Ducal. Quedaba mucho por recorrer.

Palacio Ducal. Desde la terraza de la Basílica.

El Palacio es bonito por fuera e impresionante por dentro. La acumulación de grandeza, riqueza y suntuosidad es difícil de describir. El recorrido comienza en el patio interior, al fondo la magnifica escalera de los gigantes, donde se celebraba la ceremonia de coronación del dux. Creo que es el recinto más bonito que vimos en Venecia.

Al interior se accede por la Scala d’ Oro, lujosa escalera estucada en oro. El recorrido transcurre por innumerables salas distribuidas en tres pisos. Unas dedicadas a dependencias administrativas, otras los aposentos del Dux, y las grandes salas representativas del poder de la República. En todas la lujosa decoración recuerda la riqueza que había en Venecia. Retratos de funcionarios, obras de Tintoretto y El Veronés hasta perder la cuenta.

Escalera de los Gigantes

Varias salas de tamaño inimaginable. La del Gran Consejo, creo recordar que supera los 50 metros de largo y veintitantos de ancho, diáfana, sin una sola columna, presidida por la gran pintura El Paraíso de Tintoretto, también de tamaño descomunal. La riqueza, tamaño y decoración del Palacio son inabarcables. En el interior no está permitido fotografiar.

Patio de la prisión, nada que ver con el anterior

El recorrido continua hacia la zona de las mazmorras, cruzamos el puente de los Suspiros –en restauración por su parte externa-, para llegar a las mazmorras nuevas. Tosco, fortificado y famoso puente de piedra que separa el lujo de la miseria.

Hace buena tarde pero el frio y la humedad rezuma por las paredes. Se recorren múltiples celdas y habitaciones menores.

Por aquí anduvo Casanova, hasta que consiguió salir por piernas de la parte menos noble del Palacio. La zona de las mazmorras la recorremos solos, los grupos turísticos abandonan al llegar al puente de los Suspiros. La visita acaba en el patio interior por el que entramos. Volvemos a disfrutarlo y aquí finalizó nuestro recorrido por los monumentos de la Piazza de San Marcos. Casi se nos va el día.

Descansamos en el hotel y nos vamos a cenar a una hora temprana –para nosotros-, un poco más arriba de Rialto, en la Osteria Barababao, recomendada en algunos foros de viajeros. Recuperamos fuerzas con los espaguetis con verduras, lasaña de pez espada, sepia la a la veneciana –en su tinta y con polenta- y un jugoso tiramisú; todo muy italiano. No faltó el refrescante prosecco. Buena cena en un agradable lugar que acabó llenándose. El paseo nocturno de regreso nos vuelve a llevar por San Marcos; son las 9 y 10 de la noche, cruzamos la plaza semivacía. A esta hora las calles de Venecia son nuestras. No hay un alma.