Desde la Grand´Place a la Catedral
Sábado, madrugamos y descansados vamos a recorrer Bruselas “mientras el cuerpo aguante”. Las calles están solitarias, parece un día de fiesta, y desde la Plaza de Ste. Catherine iniciamos nuestro recorrido. Nos dirigimos hacía la Grand´Place, pasando por la zona de la Bolsa. A medida que nos acercamos al centro de la ciudad algunos comercios van abriendo sus puertas y las calles van tomando vida.
Edificio de La Bolsa - Bruselas
Es una zona con calles estrechas, peatonales, llenas de comercios. Llama la atención la cantidad de bombonerías que encontramos, ya le vamos echando el ojo al chocolate Belga, en Brujas encontraríamos muchas más.
Nos acercamos a la plaza, llegamos a ella por la zona de la Maison del Boulangers –conocida como del “Roi
d´Espagne”-. Espectacular la Grand´Place llena de edificios de diferentes épocas, todos siguiendo el modelo renacentista. Palacios y casas de los distintos gremios; varios son actualmente museos.Pasamos un buen rato en ella, recorriéndola y disfrutando de los detalles de los edificios.
Magnífica la Maison du Roi, antiguo mercado del pan, de estilo gótico-brabantino y el Hôtel de Ville (Ayuntamiento), con un campanario –llamado La Tour Inimitable-, filigrana de piedra que no te cansas de admirar.
Paseamos por las calles adyacentes, una zona plagada de restaurantes turísticos y cruzamos las Galerias Royales Saint Hubert (foto izq.). Antiguo pasaje de 1846, que, con su cubierta acristalada recuerda a los celebres Passages de París. Igual que estos, esta poblado de tiendas lujosas, librerías y cafés.
Aprovechando la cercanía, buscamos al famoso “muñeco meón”, uno de los símbolos turísticos de Bruselas.
Habíamos sido advertidos de su poco interés, pero no queríamos pasar sin verlo. Nos dirigimos hacia la zona sur de la Plaza y un par de manzanas más adelante llegamos hasta la esquina donde esta el Mannenken Pis. Ahí esta el “Petit Julen” siendo acribillado a fotos por los turistas japoneses.
Seguimos caminando hacia el sur. Nos dirigimos a la Plaza del Grand Sablón.
Notre Dame de Las Victorias hacia el Palacio de Justicia
Cruzando uno de los grandes bulevares vemos que aquí, aunque resulte chocante, también los inmigrantes tienen graves problemas. En la parte central de uno de ellos, hay una inmensa acampada –con aspecto de llevar mucho tiempo-, donde viven cientos de africanos.
Reclaman a través de sus pancartas: “Dadnos nuestros papeles”. En el centro de la capital de Europa, condiciones de vida del tercer mundo.
La plaza del Grand Sablón está rodeada de edificios antiguos, en ellos encontramos las tiendas de los anticuarios. Alrededor de la Iglesia de Notre Dame de las Victories hay un mercado callejero de antigüedades. Pinturas –en su mayoría- , muebles antiguos y otros objetos están a la venta en este tranquilo y pequeño mercado.
Es una de las zonas de Bruselas que más nos gusto. La Iglesia, una joya del gótico brabantino muy elegante en proporciones y arquitectura. Y el entorno, tanto la zona de la Plaza como los jardines del Petit Sablón, un bonito jardín, muy cuidado. Adornados, en su parte central, con una fuente y rodeado de estatuas de bronce que representan a los gremios medievales de Bruselas. Sitio ideal para descansar un rato y disfrutar de las buenas vistas que ofrece.
Notre Dame desde los jardines del Petit Sablón
Una vez “recuperada la presencia de ánimo” en estos frescos jardines, visitamos la Iglesia y encaminamos nuestros pasos hacia el Palacio de Justicia, teníamos a la vista esa mole de edificio, rodeado de andamios debido a las obras de restauración.
El destino final, y lo más lejos que estábamos dispuestos a ir caminando, era la zona de Les Marolles. El barrio más típico de Bruselas y que comparaban con El Marais parisino. Según el mapa, parecía no estar ya muy lejos, pero las piernas comenzaban a pesar.
El cielo de Bruselas desde el Palacio de Justicia
Delante del Palacio de Justicia se abra una gran plaza. El edificio está situado en el límite de la zona alta de la ciudad y hay un mirador con una buena vista del “skyline” de Bruselas. Debajo, se extiende el Bruselas antiguo. La vista no es nada del otro mundo, pero ya que habíamos llegado hasta allí, nos detuvimos un ratito a mirar…
La diferencia de altura entre las dos zonas se salva con un ascensor publico –muy bien- que en un pis-pas te baja cuarenta y tantos metros y te deja en la zona baja. En la foto otra vista desde el mirador con la estructura del invento a la izquierda.
Recorremos algunas calles de Les Marolles, comerciales, donde las tiendas de segunda mano se mezclan con las galerías de arte. Tiene una vida que si recuerda al Marais, fuera del bullicio del turismo. Estrechas callejuelas con pequeñas plazas, que nos llevan hasta la más importante: La place du Jeu de Balle.
Aquí nos encontramos un “mercado de las pulgas” muy animado. En el es posible comprar todo tipo de artilugios, muchos de ellos usados; y algunos objetos nuevos –étnicos- que venden las diversas “tribus” que vimos establecidas.
Equipamiento para el hogar, con diseños antiguos y modernos, cuadros, alfombras, forja, loza de la que ya no se ve, sofás de skay, muebles increíbles, santos, vírgenes, cuero, latón…. Por variedad y precio sin competencia.
Pasamos un buen rato, divertidos y sorprendidos, recorriendo los puestos del mercadillo.
Abajo una cacharrería al aire libre, no había elefante, pero sí una vaca…
Sorprendente el mercado de las pulgas en Les Marolles.
Aprovechamos el ambiente de la plaza para, en uno de los animados cafés de la misma, reponer fuerzas y darnos el primer lingotazo de cerveza belga. Empezamos a descubrir porque Bélgica es el paraíso de la cerveza. Con locales que ofrecen más de un centenar de variedades, muchas de ellas fuertes, que no tienen comparación con las tipo Pilsen que mayoritariamente hay aquí, esto es cuestión de gustos. La echaríamos de menos en Holanda, mucha cerveza “internacional”; esperando a volver –los últimos días- a Brujas. En el tema de la cerveza… este era el lado bueno.
Desandamos el camino callejeando por Les Marolles. Un bonito barrio que merece el paseo para conocerlo.
Nos dirigimos hacia la zona del Palacio Real. Cruzamos la Place Royale, una de las más bonitas –después de la Grand´Place-. Monumental, abierta y rodeada de edificios neoclásicos.
Es una zona turística, pues aquí se concentran en poca distancia algunos de los museos más importantes.
Muy cerca de ella vimos el famoso edificio de los antiguos almacenes Old England de estilo Art Nouveau. Construido en 1899 una reciente restauración le ha devuelto todo su esplendor. Actualmente alberga el Museo de Instrumentos Musicales.
A la derecha de la Place Royale veremos el Palacio Real y continuamos atravesando el Parc de Bruselas. Hay una leyenda sobre este parque Real y la gran influencia que tuvo la Masonería. Visto desde el aire, los caminos, jardines y plazas representan todos los símbolos Masones . Este video nos cuenta la leyenda.
En su final nos desviamos a la izquierda para llegar a nuestro destino: la catedral de St. Michel.
Nos encontramos un grandioso edificio gótico, con influencia francesa, situado en una plaza ajardinada.
Destacan sus dos grandes torres, las magníficas vidrieras y el púlpito barroco –tallado en Amberes- que pudimos ver en su interior. El emplazamiento realza la Catedral, pues está en una zona alta y despejada, sin grandes edificios alrededor.
Una vez visitada, disfrutamos de las magnificas vistas que hay de ella desde los jardines delanteros. Resultó un buen lugar para descansar viendo su imponente fachada.
Repuestas las escasas fuerzas que nos quedan, aditivadas por una buena merienda en el entorno de la Grand´Place –jarra de cerveza incluida- nos acercamos hasta la Plaza de la Monnaie. Calles con poco interés –muy comerciales-, como las de cualquier gran ciudad europea, grandes avenidas y una moderna zona de negocios.
El día había sido largo, y queríamos darnos el último paseo de noche por la plaza para ver los bonitos edificios con la iluminación nocturna. Así que no era cuestión de cansarse más. Optamos por recoger el coche y desplazarnos a ver el Atomium; con el que sucedía algo parecido a lo del Manneken Pis. Es una de esas imágenes que nos acompañan desde que éramos niños. Un recuerdo de los libros infantiles del colegio; y, ya que estábamos aquí… pues íbamos a verlo.
Atomium, el símbolo de Bruselas
El Gps nos llevó en un momento. Un atardecer magnífico. El cielo azul y temperatura agradable para pasear por su entorno. Había fiesta en los jardines cercanos, un parque cerrado de arboles, con un escenario en un entorno natural donde unos rockeros destripaban la eléctrica.
El “bicho”; pues es una enorme estructura de acero de más de 100 metros de altura, que representa un cristal de hierro ampliado nosecuantos millones de veces.
El material; o muy bueno, o lo limpian mucho; brilla que asusta.
El sitio; magnifico, esta en la parte alta de una larga avenida ajardinada. Desde la zona más baja la vista es impresionante.
El entorno; un circo. Desde un boxeador entrenándose –fintas y puñetazos al aire incluidos-, a una extravagante boda con fotos y paseo en limusina incluido –5 vueltas por el entorno deje contadas-.
Bien entrada la noche, el último paseo por Bruselas, cortito, para llevarnos algunas imágenes –en la cámara y en retina- de la belleza de la Grand´Place. Todavía más bonita con la iluminación nocturna.
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