Sábado en Venecia

Il Frari, Ca’Pesaro, Murano y alguna cosa más

Atardecer en la Piazza. Vista desde el vaporetto

 Salimos pronto hacia el Sestiere de San Polo. Vamos a ver la iglesia de Il Frari (Santa María Gloriosa dei Frari). Construida por los franciscanos, es uno de los templos más grandes de Venecia. El exterior, de ladrillo y desprovisto de decoración no anuncia el  magnifico interior  y las obras de arte que atesora. Es uno de los sitios que nos dejará mejor recuerdo, en un recorrido pausado –hay mucho que ver- y que se inicia con los monumentos funerarios que hay en los laterales. Aquí están enterrados Tiziano, Canova (sólo su corazón en la urna que lleva la figura que entra en la tumba), Monteverdi, y varios Dux.

Monumentos funerarios impresionantes como el del  Dux Giovanni Pesaro, sustentado por unos negros gigantescos. o los situados en los laterales del altar mayor de los Dux Foscari y Nicolo Tron. El altar, presidido por una gran obra de arte: la Asunción de Tiziano.

A la izquierda del mismo, en la capilla Ambrosio una modesta losa de piedra nos recuerda que allí está Claudio Monteverdi, uno de los más grandes compositores italianos de todos los tiempos. Nacido en Cremona, vivió en Venecia los últimos 39 años de su vida, llenos de fuerza creativa.

Il Frari reúne otras obras maestras como la talla en madera de San Juan Bautista de Donatello, el retablo de los Pésaro de Bellini y alguna pintura más de Tiziano. Es una de las iglesias comprendidas en la Chorus Pass. Como en el resto, no se permite fotografiar en el interior.

Un corto paseo nos lleva hasta Ca’Pesaro. Gigantesco palacio que alberga la colección de arte moderno.  Vemos obras de Sorolla, Kandisky, Miró, Anglada, Zuloaga o Matisse. Las salas son gigantescas y se conserva la decoración original de algunos techos.

En el mismo edificio se expone una colección de arte oriental, una magnífica colección japonesa. Vemos diversos objetos y multitud de armas. Imposible recordar los cientos de lanzas, katanas  y demás artilugios mortíferos que allí se exponen. No nos detenemos mucho porque queremos ir hasta Murano.

En Santa Stae visitamos la iglesia, hay algunas pinturas destacadas (Tiépolo) y, en su entrada, cogemos el vaporetto hasta S. Zacarias, parada siguiente a S. Marcos. Ya notamos el efecto del fin de semana, hay más gente que los días de diario, sobre todo turistas. Subimos a la línea 41, que hace un recorrido circular alrededor de Venecia y nos llevara hasta la isla de Murano. El trayecto pasa por El Lido, y el resto, hasta llegar a la isla de S. Michele no es muy interesante. Bordeando la isla cementerio, hay una buena vista y tiene parada en ella; Murano ya está muy cerca.

Bajamos en la parada del Museo, lo visitamos, pero para nosotros no tenía mucho interés, fue una visita rápida y como vemos que en la zona apenas hay nada más interesante –principalmente hay tiendas para  turistas- regresamos hasta el centro de la isla.

Encontramos un bonito canal, casas interesantes y muchas industrias de fabricación de vidrio. Comercios grandes y pequeños dedicados a ese negocio. Ya en la zona del museo intentamos buscar algún taller donde ver como trabajan el vidrio, aquí hacemos lo mismo y llegamos a uno donde vemos como elaboran unas copas, hasta que nos “espantan”, creo que hay que pasar por caja.  Es sábado al mediodía y los talleres ya están cerrados.

Damos un largo paseo por el canal hasta llegar a la iglesia, es bonito y hace que el viaje merezca la pena. El resto no nos llamó mucho la atención.

La isla es, principalmente, un gran montaje turístico que gira alrededor del negocio del vidrio.

El material que vemos, pues hay de todo… mucho horroroso y lo que hay con aspecto de gran calidad y diseño bonito a un precio prohibitivo.

Regresamos al vaporetto, en busca de la misma línea 41 que nos llevará hacia Venecia siguiendo su recorrido circular.

Sentados en la parte de atrás de la embarcación, disfrutamos del recorrido, desde Murano a Venecia es más interesante. Vamos al aire, pero resguardados, es una tarde soleada y el trayecto resulta muy agradable. Venimos cansados y vamos a llegar hasta cerca del Arsenal.

Entramos en Venecia por el puente de los 3 arcos y en Ferrovía cambiamos a la línea 1. Volvemos a encontrar sitio en el exterior –atrás- y con una copia que traíamos del mapa del Gran Canal pasamos un buen rato identificando los palacios durante el recorrido.

La hora del día determina el tipo de movimiento en la gran arteria de Venecia. Es una ruta que nunca nos cansaríamos de recorrer.

Paseamos hasta el Arsenal. Gigantesca industria puesta en funcionamiento en la Edad Media. Aquí se fabricaban barcos mercantes y se surtía a la poderosa flota veneciana.

Durante la guerra contra los turcos fueron capaces de construir 100 galeras en dos meses, con una cota de productividad –en una era preindustrial- impensable en el resto de Europa. Los trabajos formaban parte de una secuencia preestablecida –se podría decir que trabajaban en cadena-, y todo el proceso de producción se llevaba a cabo en esta instalaciones.

En sus buenos tiempos ocupaba más de 25 hectáreas y llegó a dar trabajo a unas 16.000 personas, seguramente era la mayor industria del mundo. Hoy es una instalación militar.

Hacemos unas fotos en la entrada, con un inolvidable ambiente italiano de fondo. En el barrio hay algún tipo de fiesta o celebración y la zona está animada, con orquesta  y música italiana en directo incluida.

Regresamos paseando por San Marcos, es sábado y hay mucha animación. En la vía XXII de Marzo hay una gran librería de la editorial Mondadori, aprovechamos para llevarnos algún libro. En esta calle están todas las tiendas de las grandes firmas de moda y joyería.

Para acabar el día, tras un descanso y dejar los trastos en el hotel, nos vamos a cenar cerca de L’Accademia. Es una recomendación de la amable recepcionista del Palazzo Paruta. 

Un paseo cruzando el cercano Campo de Santo Stefano y el puente de L’Accademia, hacia el Sestiere de Dorsoduro en busca de la Taverna S. Trovasso. Llegamos a tiempo, pues en seguida se llenó y había gente esperando, algunos turistas y muchos venecianos. Resultó ser un buen sitio para reponer fuerzas a base de una buena comida italiana.

Gran Canal desde el puente de Rialto

Es la última noche en Venecia y nos quedan ganas para coger el vaporetto desde L’Accademia hasta Rialto. La zona está llena de bares y los habitantes locales salen por aquí de marcha. Mucha gente  en la calle y música, en algunos lugares en directo. Se nota que es sábado y hay más gente en la ciudad que los días pasados. Ya no estamos solos en la noche veneciana.

Se acaba la estancia en Venecia, nos quedamos con ganas de ver y recorrer muchos lugares –me imagino que como le sucede a todos los viajeros-.

Nos vamos sin pasear por los Sestiere de San Polo y Santa Croce, recorrer sus estrechas y solitarias calles –algo vimos el domingo antes de partir al aeropuerto-, zona autentica con comercios de barrio, casas y gentes venecianas. Un lugar para perderse.

Sin ver el interior de S. Zanipolo, Ca’Rezzonico, Gesuiti, o subir a los campaniles de Sta. María Maggiore y San Marcos. Apenas recorrimos Dorsoduro y no hubo tiempo para tomar un café por el Zattere y pasear hasta la punta de la Dogana; o para ver pasar el mundo en la Piazza escuchando la orquesta en la terraza del Quadri o el Florian.

Imposible visitar la casa de Carlo Goldoni, o el palacio de Mariano Fortuny –cerrado por restauración-. Y mucho menos hacer alguno de los interesantes recorridos que nos propone la guía secreta de Corto Maltés. Para todo esto hacen falta unos cuantos días más. Nos vamos de Venecia con un hasta pronto…  El lugar y lo que ofrece merece sobradamente la pena. Hay que volver.