jueves, 30 de abril de 2009

Copenhague en verde

Castillo de Rosenborg y el Jardín Botánico

Soleada mañana del sabado en la que nos acercamos a dos lugares imprescindibles en Copenhague, su acceso es muy fácil ya que se encuentran en el centro de la ciudad. Por las centricas calles comerciales, en su mayoria peatonales llegamos hasta los jardines y el Castillo de Rosenborg. Colindante al castillo se encuentra el cuartel de la Guardia Real, y coincidimos con la hora en la que la se prepara el cambio de guardia, que recorriendo las calles de Copenhague se dirige a Amalienborg.

Un ratito lo pasamos observando -con una pequeña cantidad de turistas- la parafernalia que se sucede desde que formada al píe del Castillo, y una vez que pasa revista, parte en un marcial desfile hasta su destino: el Palacio de Amalienborg.
Rosenborg es un pequeño castillo de cuento de hadas, en ladrillo rojo, rodeado por un foso y comunicado con los jardines por un puente.

Construido en los primeros años del 1600 por el rey Christian IV, como queda reflejado en la simbología de su fachada. Más información para visitar sus colecciones -entre ellas las joyas de la corona danesa-, e historia en su página oficial: Rosenborg Slot

Los magnificos jardines que lo rodean, perfectamente cuidados y de gran extensión, son muy populares entre los habitanes de Copenhague.
Ciudadanos paseando, leyendo, o haciendo deporte -curiosamente esta prohibido andar en bici por sus caminos, de impedirlo se encarga un guardia-, los utilizan para descansar, relajarse o disfrutar de una soleada mañana con sus hijos pequeños.


Separados por la avenida Oster Voldgade encontramos el bonito jardín botánico, que esta tutelado por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Copenhague. De gran tradición histórica, sus origenes se remonta al año 1600, en su página oficial encontramos su historia. Más de 22.000 especies de plantas se encuentran en estos cuidados jardines e invernaderos.


Espectacular el invernadero central, de planta redonda y el más alto de todos, que alberga grandes y frondosas plantas.

En un ambiente muy caluroso y humedo -casi asfixiante-, más propio de una sauna, podemos ver las gigantescas especies propias de las selvas y climas tropicales. Unas originales escaleras de caracol facilitan la subida hasta una pasarela superior, que a la altura de la cristalera de la cúpula recorre su perímetro.


Complicado obtener algunas fotos, se empañaban los objetivos de la cámara por el altísimo grado de humedad. Estos invernaderos son los más interesantes de todo el jardín.
El recorrido se puede prolongar todo el tiempo que nos apetezca, el lugar merece la pena y vemos a unos cuantos daneses paseando, leyendo o tomando el sol en la hierba en un ambiente de relax total. Silencioso, no se oye el tráfico, parece que estamos a muchos kilométros de Copenhague.

Un entorno que invitaba a pasar la mayor parte del día. Continuamos nuestra visita recorriendo los jardines exteriores, hay un sol explendido y muchos arboles han florecido, contrastanto sus colores con el verde rabioso que aquí tiene la hierba.

Un gran lago ocupa el centro de el gran parque.
Diversas epecies de pajaros, algunos peces, patos, torgugas y una jugetona ardilla que no parecia temer a los visitantes nos sirven de distración durante un buen rato.
En el centro de Copenhague un entorno natural, cuidado de manera sobresaliente, en el que disfrutaremos de unas relajadas horas recorriendo sus caminos, tomando el sol y disfrutando de los colores ya primaverales.



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