Grandes Inventos de la Humanidad

Terraza con nebulizador & abanico

Sevilla, finales de Septiembre. Pasamos un día en la ciudad, la hemos cruzado muchas veces, de paso hacia la costa andaluza pero nunca nos detenemos en ella. No nos atrevemos en pleno verano.

Una buena caminata por el centro histórico y al mediodía  buscamos las calles estrechas y frescas del barrio de Santa Cruz.

Aprieta el calor de la tarde y vemos como el ingenio andaluz ha ideado mil maneras para hacerlo más llevadero. Aquí hay material para hacer un máster; desde los sistemas convencionales:

- toldo del bar  que cruza la estrecha calle de un lado a otro

- la típica sombrilla de toda la vida. Estos dos acompañados, preferentemente, con una caña bien fría.

- tejados convertidos en mástil para las velas que dejan el camino sombrío.

Hasta el más moderno y llamativo:

- las terrazas con nebulizadores que encontramos cerca de las Sierpes. Vistas al contraluz de la tarde, con la neblina del agua pulverizada,  Sevilla parece Estambul.

Solo falta, para mejorar el invento, añadir a la consumición algún bebedizo que, unido al sistema de riego externo, nos proporcione beneficio físico o estético  evidente e instantáneo; tipo incremento de la masa muscular, perdida de peso,  un buen bronceado o fuerza sobrehumana como a Popeye las espinacas y a Obelix la poción mágica. El éxito   estaría garantizado.

Si ningún sistema nos satisface siempre queda el más autentico y sevillano: hay  oferta de abanicos para todos los gustos.

Infinitos diseños, todos los colores, corte clásico y moderno, con firma reconocida de alta costura  o made in china.

Método convencional, práctico y respetuoso con el medio ambiente para la autorefrigeración… Y con una ventaja innegable: su independencia de otras tecnologías, escaso mantenimiento y sencillez del diseño garantizan su vigencia.