martes, 6 de mayo de 2008

El río que nos lleva

Candelario, donde vive el agua

Que sensación tan agradable, en Abril, con un tiempo casi de verano y la nieve tan cerca que parece que la puedes tocar. Candelario, bonito, cuidado y bien conservado.
Calles laberinticas, casi nada en llano, al pie de una montaña cargada de la tardía nieve de primeros de abril.

Tipica arquitectura, con sus casas de dos plantas, aleros y corredores de madera; herencia de otros tiempos en los que la industria chacinera llenaba y daba vida al pueblo, hoy ya no queda más que el recuerdo...

Y las batipuertas típicas de estas casas para impedir que el ganado entrara.

No hay coches, casi sin gente, con la compañia del agua que baja con fuerza por las calles más empinadas. Un paseo que no se cambia por nada, sin destino, simplemente siguiento el rumor del agua y cambiando de calle con sus caprichosos cambios de dirección.
La animación de un día de fiesta, en el que el pueblo se llena de visitantes y la tranquilidad de la vida cotidiana de los días de diario.

Mujeres que hablan en la calle con las vecinas, van a la compra diaria a las pequeñas tiendas del pueblo, y abuelos que pasean sus recuerdos por las viejas calles empedradas.













Apenas quedan restos de las más de cien industrias chacineras que dieron riqueza al pueblo. "Se ataban los perros con longanizas". Industria que configuró la arquitectura de las viviendas así como el sistema de canales por el que desciende el agua y que servian para limpieza de las calles.


En la ferretería "La Económica", todo tipo de objetos cotidianos forjados en hierro














En la primera visita que realice -ya hace unos años- comimos en una casa rural de la que guardaba un buen recuerdo, el Centro de Turismo Rural Artesa, situado en una tipica casa de arquitectura chacinera, muy bien conservada. Allí nos alojamos, el sitio es mágnifico, en la calle Mayor, con mucha tranquilidad, amplias y comodas habitaciones y para comer una corta pero excelente carta. Excelentes croquetas, y buenas alubias con codorniz, chuletillas y estofado de ciervo con pure de castañas muy sabroso. Magnificos los postres como la tarta de chocolate y una excelente crema de queso.

Excelente paseo nocturno, sitiendo el aire fresco de la sierra y calle arriba y abajo, acompañados por la musica del agua que suena distinta según la caida que tenga la calle. Ni un ruido. Con la iluminación amarillenta de las farolas y sintiendo "el río que nos lleva".


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