Al fin llegamos

Amsterdam

Sigue el verano y nos volvemos un poco perezosos para completar todos los post sobre las vacaciones por Bélgica y Holanda. Siguiendo el recorrido cronológico, salimos de Amberes un domingo al mediodía y continuamos hasta Amsterdam. Vamos en coche, no en canoa como la pintoresca pareja de la foto…

Se nota el cambio de país,  en Holanda las carreteras principales están saturadas y los limites de velocidad muy bajos. Viajamos muchos kilómetros hasta llegar a Amsterdam a 90 km/h en autovía. A medida que nos acercamos a la ciudad el trafico se vuelve denso, muy denso.

La Damrak de noche

El “lazarillo electrónico” nos lleva sin ningún problema al P+R Zeeburg, tenemos que esperar unos minutos –esta lleno- y en cuanto sale otro vehículo ya se nos facilita la entrada. Allí quedará el coche aparcado, con un máximo de 4 días, por el módico precio de 7 € diarios. Incluye los billetes para el transporte público –bus, tranvía…- de ida y vuelta para un máximo de 5 personas. A la salida del P+R esta el tranvía, y en apenas 4 paradas y 10 minutos nos apeamos en la estación central.

Es domingo, las 5 de la tarde, esperamos encontrar la ciudad tranquila. Pero no, la primera impresión que recibimos es inolvidable. Amsterdam está a reventar. Vamos desde la estación –por la Damrak- hasta la Plaza Dam y la Rokin. Nos sentimos como una mañana de domingo en el rastro de Madrid. Si esto esta así un domingo, ¿como son los días de diario?. Más tarde nos enteramos que se acaban unos días de fiesta –menos mal- y los 4 días que pasamos vemos una ciudad con mucho ambiente, pero sin aglomeraciones.

Por cierto, surcando la aglomeración humana que nos acompañó desde la estación central, me acordé de Victoria Beckham –no me gusta nada-. “España huele a ajo”, parece ser lo más interesante que salió de su boca. Me vino a la mente porque “Amsterdam huele a porro”. Se fuman unos canutos impresionantes y de una “potencia aromática” que no pasa desapercibida.

  Nos instalamos en el Bridge Hotel, a orillas del Amstel. El lugar es bonito. Estamos al lado del teatro Carré y del Magere Brug (puente delgado). Un bonito entorno, no olvidaremos los agradables paseos que nos dimos todos los días por la Amstel. El centro, a un paseo, caminando, y para algunas zonas en tranvía que había una parada cercana.

A la izq. el Bridge Hotel pegado al Teatro Carré

El hotel bien situado, una habitación grande, buena zona para salir de día y de noche… pero, con diferencia el peor y más caro de los tres en los que pernoctamos durante el viaje. Sucede como en París, si estas en un sitio un poco céntrico; o es muy corriente, o dejas la hijuela.

Amsterdam es una ciudad “joven”, multirracial como la que más, con sus  calles llenas de vida. Comercios, restaurantes, cafeterías, coffee shop, mercados, zonas de marcha y zonas residenciales, en un entorno que deja un recuerdo inolvidable. Agua, canales, cientos de puentes. Gente en barco; pocos en coche, casi todos en bici –necesitamos acostumbrarnos para no ser atropellados por ese transporte tan silencioso-. 

Bicis con pasado y con futuro.

Sin la rigidez de horarios de algunos países centroeuropeos. Asombran los horarios de algunos sitios, algo así como desde las 6 de la mañana hasta las 2 la mañana del día siguiente.

A cualquier hora del día es posible tomar algo, y muchas veces mientras unos comen otros ya acuden a cenar.

Una ciudad para caminar, y recorrerla sin prisa, paseando por sus canales y saboreando el encanto de las típicas calles holandesas, de los cientos de barcos vivienda que vemos, una vida bohemia que parece sentar muy bien a sus ocupantes. Barrios lujosos, como el entorno de los museos, en sus calles los comercios de primeras firmas.

Dos modos de vida, palacete en la zona de los museos y vivienda en uno de los canales

Al lado, las excelentes exposiciones del Rijksmuseum y el Van Gogh. En este último vimos muchos de los mejores cuadros del artista y conocemos un poco más la historia de un hombre atormentado, capaz de crear casi 1.000 pinturas en apenas 10 años. "Yo arriesgué mi vida por mi trabajo, y mi razón siempre fue menoscabada", escribió en su última carta. La paradoja de un hombre que solo vendió un cuadro en vida –a través de su cuñada-, y una vez desaparecido su obra es una de las más cotizadas en la historia de la pintura.

Unos 100 cuadros hay firmados por él en este museo, uno de los grandes atractivos turísticos de la ciudad. No hay ninguna imagen, está prohibido fotografiar.

Barrios antiguos, populares; como el Jordaan, calles estrechas llenas de plantas y bicis –sin un coche-, pequeños comercios.

Tranquilidad absoluta a media mañana.

Descansamos y disfrutamos recorriendo Ámsterdam en el Canal Bus, buena manera de recorrer la ciudad con los barcos que hacen determinadas líneas –3 –, y con muchas paradas a lo largo de la misma.

El billete –20 €- sirve para 24 horas y puedes subir y bajar las veces que quieras. Con el hicimos algún  recorrido que de otra forma habría sido imposible.

Como la zona del puerto y el zoo. Demasiado lejos y larga para caminar, y esta era la mejor manera de recorrerla. Recomendable para disfrutar de la ciudad mientras vas de una zona a otra.

El increíble aparcamiento de bicicletas de tres pisos de la estación central. Miles de bicis  literalmente apiladas unas sobre otras.  En la ciudad, farolas, puentes, casas, verjas, cualquier sitio es bueno para asegurar la bici.

Los 4 días dieron mucho juego e imágenes para más post de Amsterdam. Las noches también y para muestra estas fotos. Las dos últimas en la zona de la Leidsegracht, una calle recta que proporciona una vista simultanea sobre una hilera de unos 14 puentes, iluminados de noche. Uno de los sitios más bonitos para fotografiar.

La Damrak

El canal del Singel. A la derecha los puestos del mercado de las flores.

Recorriendo los puentes de la  Leidsegracht