Brujas
Tres últimos días de las vacaciones de verano y desde Ámsterdam viajamos a Flandes. Brujas es el destino final. Llegamos a la ciudad y una vez instalados en el hotel Loreto, en la Katelijnestraat, en el centro de Brujas ,con todo a un paso; nos disponemos de dejar el coche en el parking de la estación central y olvidarnos de él por unos días.
Animadas calles comerciales de Brujas
Regresamos paseando y la primera impresión – en una espléndida tarde de principios de Agosto- es que Brujas está atestado de turistas.
Las calles comerciales rebosan gente, hay poco tráfico y comenzamos a habituarnos a un sonido que se acabará convirtiendo en familiar durante unos días: el golpeteo de los cascos de los caballos sobre los adoquines.
Bonitas calles, llenas de casas del siglo XVII, con típicas fachadas coloreadas y frontones escalonados. Algunas son modernos comercios, como Zara, instalado en un impresionante edificio.
Si no fuera por la cantidad de gente que hay nos sentiríamos en otra época. Los paseos nocturnos, con las calles vacías, si te dejaran esa impresión.
Pronto llegamos al corazón de la ciudad, la Markt, espectacular plaza. Estamos al pie del edificio del mercado (Hallen), con su gran torre.
El Belfort (campanario) de 83 metros de altura –dicen las guías-, que domina toda la ciudad. Otros bonitos edificios, como el Craenenburg, el Huis Bouchotte, y el Palacio Provincial.
El resto de la plaza coloridos edificios bajos, llenos de terrazas y restaurantes. Hay ambiente a todas horas.
Imprescindible, comer o tomar una cerveza en una de las terrazas y disfrutar de la vida de la ciudad y de la inmejorable vista que nos ofrece. Un poco más caro que otros sitios, pero no se pasaban mucho con los precios; el entorno lo compensa.
Tranquila, apenas circulan coches por ella, solo el transporte urbano y los coches de caballos.
Separada por una estrecha calle se llega a la Plaza Burg. Fortaleza histórica de la ciudad, está rodeada de edificios como el Stadhuis (Ayuntamiento de Brujas), o la Basílica de la Santa Sangre.
Importante atracción turístico-religiosa, donde se venera la reliquia de la Santa Sangre. Conservada en una botella de cristal de roca –del siglo XI o XII-.
La leyenda dice que la Sangre de Cristo fue traída desde Tierra Santa al regreso de la segunda cruzada.
El Ayuntamiento es de estilo gótico-florido y algunas de sus dependencias son muy conocidas.
No hay que dejar de visitar la sala Gótica, cubierta de murales históricos y con una impresionante bóveda de madera.
En Brujas encontramos algunos museos imprescindibles si nos gusta el arte flamenco.
El Antiguo Hospital de San Juan-Museo Memling, muestra varias obras del pintor. Uno de los más bonitos e interesantes que visitamos. No hay fotos, pues no están permitidas.
En el mismo edificio se conserva una curiosa farmacia del siglo XVII que merece la pena conocer.
Para visitar los museos, la torre y algunas de las iglesias es interesante adquirir la Bruges Card. Solamente cuesta 15€, sirve para tres días, y con dos o tres visitas se amortiza el coste que pagas por las entradas individuales.
Brujas esta plagada de interesantes edificios civiles y religiosos, que descubrimos y disfrutamos en los largos paseos. La Catedral de San Salvador, el palacio gótico del Gruuthuse (foto izq.), el Beginaje.
La iglesia de Nuestra Señora, construida en ladrillo y con un rico patrimonio.
Guarda los mausoleos de María de Borgoña y de su padre, Carlos El Temerario. Ubicados aquí por iniciativa de su nieto, Carlos V.
Aquí encontramos una de las pocas obras de Miguel Ángel que hay fuera de Italia. Una bonita Madonna con el Niño.
Y después de todo esto nos quedan las calles y los canales.
Paisajes medievales inolvidables, hay mil rincones en los que perderse y disfrutar del agua y las antiguas construcciones de Brujas.
Recorrimos el casco antiguo de una punta a otra, fuera de las zona más turística se disfruta de una ciudad tranquila, con apenas tráfico y peatones. Todo está cerca a pie.
Cuando preparábamos el viaje, leímos muchas recomendaciones para conocer Brujas y Gante en un día. A esta última viajamos uno de los 3 días.
Pero quedarnos en Brujas fue un acierto. No la conocerás si no paseas por sus solitarias y amarillentas calles de noche.
Con un ambiente que no se parece en nada al bullicio turístico del día. Soledad ideal para disfrutar, con unas vistas nocturnas únicas. Una muestra de las fotos tomadas de noche quedan para otra entrada…
Paseamos por los canales, parques, llegamos hasta los antiguos molinos-más bonitos los holandeses que acabábamos de dejar-, disfrutamos del chocolate.
Brujas es una gran bombonería. En en radio de 50 m, desde el hotel, encontrábamos más de media docena de establecimientos.
Como no olvidamos la experiencia de Bruselas, ya de regreso al país de la cerveza, con los días de las vacaciones contados, bebimos cervezas…; unas buenísimas cervezas.
Preciosas Fotos! Que bonito parece todo!
ResponderEliminar... Y más bonito aún, mucho más, sobre el terreno. Brujas en una ciudad con encanto.
ResponderEliminarBienvenida, Dinamicline. Gracias por comentar.